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naturalezas

Escher siempre se sintió fascinado por las formas naturales; sobre todo, por las estructuras más sencillas, como las flores (crisantemos, girasoles) o los insectos (libélulas). También por las formas de la naturaleza en movimiento, como las olas, que su imaginación pronto transforma en olas-flor o en olas-duna.

Minuciosamente, Escher penetra en los misterios de la naturaleza: por un lado, reduce las cosas hasta lograr su forma geométrica más simple; por otro, descubre el movimiento y la energía que las transforma y les cambia el aspecto.

Mediante estos trabajos, Escher demuestra que cualquier cosa, por insignificante que resulte, contiene la semilla de un misterio, es decir, participa del enigma de las metamorfosis. El contacto con la naturaleza supone para Escher el descubrimiento de la vida de las formas. Todo es geométrico, pero todo se modifica continuamente






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