



A partir de entonces, empieza a estudiar la inmensa riqueza combinatoria de las formas que alimenta la infinita variación de un movimiento que se alimenta a sí mismo.
A partir de 1937, empieza a preocuparse por la simetría y la repetición, por la continuidad entre formas geométricas y formas vivas: prácticamente un redescubrimiento del principio pitagórico según el cual todo es número, todo es forma geométrica.
La obra gráfica de Escher, a partir de este momento, se convierte en una investigación continua.
Un viaje a través de la estructura del espacio, de la estructura de la superficie y de la proyección del espacio tridimensional sobre la superficie plana.
Ya no importa el tema, sino la estructura, la combinatoria de las formas



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