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espacios

Escher viajó a Italia en la primavera de 1922 y, prendado del país, se queda hasta 1935. Siempre fascinado por los paisajes y la arquitectura, regresa a menudo: cada primavera viaja durante dos meses por los pueblos de la costa y del interior, sin dejar nunca de hacer esbozos, estudios y dibujos.

Disciplinado, trabaja los paisajes urbanos para ofrecer figuraciones extremadamente precisas, casi fotografías dibujadas.

Paradójicamente, bajo esta voluntad hiperrealista, sus dibujos son cada vez más surrealistas, como si la fidelidad absoluta a la realidad propiciara la emergencia de aspectos escondidos fruto de una percepción que delira.

Finalmente, Escher descubre la partición de la superficie, la relatividad de la perspectiva, la reordenación cúbica del espacio. Casi sin quererlo, el infinito impregna sus obras mediante los movimientos circulares y continuos. El País de las Maravillas acaba transformando toda la realidad.



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